Miro la casa
a mi alrededor.
Esa casa
es la mía.
Con ese aire
inacabado
y con pocas
ganas
o ideas
para terminarla.
Y comprendo
con fría objetividad
que la casa
te está esperando
con sus paredes vacías
y sus huecos mudos
para que le pongas
ese toque que tú tienes
y remates ese aire
de inacabado
enmohecimiento.
La casa
y yo también.
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