viernes, 1 de enero de 2016

Fragilidad

Todo el mundo
tenemos
en algún momento
la necesidad
de sentirnos débiles
y el derecho
de contar con un
hombro ajeno
para recostarnos
y sentirnos acogidos
recogidos
confortados y en paz.

Todo el mundo
deberíamos poder permitirnos
llorar
ajenos a la mirada ajena
ajenos al juicio
de quien no se deja llorar
ajenos a la descarnada
mirada
de quien se vuelve granito
para no sentirse débil
y como piedra
y con el sentimiento de un zapato
llorar por dentro sin llam
llorar por dentro
sin que nadie les acoja
sin el eco tierno
de un hombro que recoge
que conforta
que hace que
podamos volver al ruedo
a la carrera de fondo
del diario caminar.

1-1-16

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