Esa tristeza
profunda
del alma
que me congela los ojos
y a veces
se desangra
y se vierte
convirtiendo
mis mejillas
en riachuelo
o catarata.
Ese hielo
que congela
ni mirada
mi sonrisa
y mis gestos
que me inunda
hasta lo más
profundo de
mi ser.
Esas heridas
que asoman
cada segundo
volviéndome
volcán o piedra
según
el momento
y la persona.
Esa mirada
feroz o desdichada
que veo reflejada
en los ojos
de la gente
o en el frunce
de su boca
o en su compasión
o en su huida.
28-3-09
Madrid
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