Con los pies hundidos
de angustia y de ceniza
con la piel aterida
con el viento de hielo
tensándonos
como la cuerda de un arco
a punto de saltar
con ojos de escarcha
y un sabor a sal
puede que del mar
puede que de mis lágrimas.
Entonces
Mirad al mar.
Vosotros los perdidos
los errantes
los de la estirpe de nadie
los abandonados
aquellos
los negros
los marchitos
los del grito
que se agolpa
y se colapsa
en un alarido
que crece dentro
y no salta
y nos sacude
y nos traspasa.
Mirad al mar
hijos bastardos
los de la triste compañía.
Mirad al mar
como un niño
que siente inocente
ingenuo
y llora desconsolado
sin esperanza
cómo se alejan
las olas del amanecer.
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