Una lápida.
Sólo una lápida a la sombra de una cruz desnuda.
En un pueblo.
Cualquier pueblo.
Apenas unas pobres palabras dicen quién fuiste y qué hiciste.
Una inscripción desgastada.
Sin alardes.
La larga sombra de una cruz de piedra
toca cada mañana tu lápida miserable.
Ni tan siquiera un ciprés.
Una cruz, como entonces.
Tú así lo quisiste.
Un hombre.
Sólo un hombre.
Tocado por el dedo de Dios
fuiste su mano.
Piedra basal.
Sueño hecho vida.
Levantaste una casa de hombres que aún permanece.
Hace tanto tiempo.
Luis soñador, manos de piedra.
No cejaste y tu vida
fue un dechado de entrega.
Una lápida.
Una piedra.
Una vida hecha poema.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario