Dígame quién
no conoce
la saudade portuguesa
quién no la
ha sentido alguna vez.
Quién
tras la ausencia
de los días
o el sentir
de un olvidado amor
en en el recuerdo
de los años perdidos
o en el perfume
de una mujer
quién
yo diría
quién
en el fondo de su melancolía
no ha sentido
alguna vez
ese tono
de dulce melancolía
esa veta amarga
ese sabor
como a posos de café.
Dígame entonces quién
no se acurrucaría a ritmo de fado
viendo caer la lluvia
tras los cristales
con esa dulce
amarga melancolía.
Dígame quién
no conoce
la saudade portuguesa,
quién no la ha sentido
alguna vez.
3-7-12
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