domingo, 8 de julio de 2007

Atardecer en el pantano

Sentado
en el mirador
frente al pantano
me lleno
de la quietud
del atardecer
y del verano.
Los montes
se cierran
y en la quebrada
un puente
anuncia
la llegada
de la corriente
de agua.
El cielo
relampaguea
y un sordo rumor
como de gigantes
haciendo rodar
piedras por los manantiales
no cesa de
regar el aire
con su ronco
murmullo
de rebeldía.
Me abro
y me cierro.
Me abro
a la quietud
al sosiego
siento
con otro sentido
uno oculto
cercanas vibraciones
del monte
del agua
y del relámpago.
El viento
riza la superficie
espejada
del agua.
Me cierro
a la sensación
de ansiedad
sin sentido
que aprieta mis tripas.
¿Por qué del miedo?
No tengo motivos.
No quiero seguir
sintiéndolo
como un hábito
como una costumbre
como un suplicio.
Me lleno
de la serena quietud
de los elementos
que se adueña
de mi
con cada inspiración.
Un trueno
hace temblar
hasta las raíces
de la tierra.
Levanto mis brazos
tensos
hacia el poder
de la tormenta.
Abre la lluvia
y caen las gotas
como antorchas
menudean
arrecian
salpican al romper
desde el suelo.
Siento frío
pero aguanto.
Fijo la imagen
en la memoria
la visual
y la otra.
Aguanto
lo que puedo
pero el frío
me desaloja.
Me marcho
sin prisa
tarareando
una canción
cuya letra
no recuerdo.
Cada inspiración
me devuelve
el eco
del monte
del pantano
del puente
y de la tormenta
y la lluvia
y ese olor a tierra
mojada
a promesa nueva
a nuevos sueños
y nuevos reclamos.

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