Es tan conocido
el viejo camino,
que el recorrido
no despierta en mí
ningún sentido,
ni en él ninguna queja.
Sólo de vez en cuando,
se cae la cotidiana venda
y el querido
y viejo camino
se presenta
con esplendor de juventud.
Y en vez de viejo
parece vivo
y estalla de color
y de detalles,
de pájaros
y de luciérnagas,
de nubes
y de luz.
Son tan conocidos mis pasos,
mis pensamientos,
mi mirada
y hasta mi respiración.
Me es tan conocida mi vida
que no despierta
en mí ni un rastro
de rebelión o ingratitud,
ni una sola mirada
a la luz que me llama cada segundo.
Me soy tan cotidiano
y chabacano
que mi vida es
sólo un viejo
y querido camino
repleto de luz.
17-IX-98
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